(CNN) -- Anna Faustino bajaba las dunas de Mui Ne, Vietnam, en un trineo de arena cuando vio por primera vez a Tom Rogers. De repente, lo vio por el rabillo del ojo, rodando de cabeza por la duna de arena junto a ella.
Anna volteó para mirar a Tom, con los ojos muy abiertos. Llevaba atada una GoPro, habÃa estado grabando su descenso en el trineo, y su cámara captó a Tom mientras caÃa, de forma poco elegante, antes de estrellarse contra la arena del fondo.
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Anna estaba desconcertada, pero encantada. Se rió del comportamiento informal de Tom, cubierto de arena, y enseguida pensó que parecÃa divertido y "dispuesto a todo".
Mientras otros viajeros de Mui Ne se sentaban a observar, Tom quiso dar una vuelta en el trineo de arena de Anna. Los dos subieron juntos por las dunas y luego Anna animó a Tom cuando volvió a bajar, esta vez en trineo en lugar de lanzarse de cabeza.
CorrÃa el año 2014. Anna tenÃa 26 años y estaba al final de un año sabático de viajes. HabÃa pasado años trabajando como profesora en Filipinas, su paÃs natal, para financiar sus aventuras.
"Lo único que querÃa era viajar", cuenta Anna a CNN Travel. "HabÃa dejado mi trabajo y habÃa hecho las maletas, y todo lo que tenÃa estaba en una mochila. Asà que cuando conocà a Tom, estaba en un momento de mi vida en el que solo querÃa divertirme. No buscaba nada serio".
En cuanto a Tom, era un poco más joven: "Entonces tenÃa 22 años, asà que era un poco tonto", dice. Acababa de terminar la universidad en el Reino Unido. Cuando llegó a Vietnam, estaba a mitad de su propio año de viaje.
Tom habÃa visto a Anna ese mismo dÃa en Mui Ne. Su entusiasmo por el trineo de arena era contagioso y destacaba entre un grupo de mochileros que en su mayorÃa parecÃan tener resaca.
"Era la única que bajaba en el trineo de arena, y no paraba de subir y bajar, subir y bajar", recuerda Tom. Tom querÃa unirse a la diversión, pero no tenÃa un trineo a mano.
Anna y Tom pasaron una hora juntos en Mui Ne. Entre ellos hubo una camaraderÃa instantánea, fácil y natural. Y ambos estaban intrigados por el otro.
Y asà fue: por la noche, en el bar de un albergue local.
AllÃ, siguieron hablando. Anna le habló a Tom de su trabajo como profesora en Filipinas. Tom le dijo que acababa de graduarse en IngenierÃa Aeroespacial en el Reino Unido. Compartieron más detalles de la vida del otro y luego, dice Tom, "compartimos un baile, pero no pasó nada".
Esa noche, Anna y Tom dejaron las cosas sin más: "Quizá nos volvamos a encontrar, quizá no". Iban en la misma dirección, Tom en moto, Anna en autobús y van, y eso les pareció una coincidencia afortunada.
"Cuando viajas, conoces a mucha gente genial, montones de caras nuevas, amigos, tienes romances de viaje... Conoces a mucha gente, pero cada uno va en una dirección", dice Tom.
"Todo es tan fugaz", añade Anna.
"Es muy raro que alguien vaya en la misma dirección, a los mismos paÃses, durante el mismo tiempo", dice Tom.
Al cabo de dos dÃas, Anna y Tom coincidieron en el mismo albergue, esta vez en la ciudad de Dalat. Estaban encantados de verse y se sintieron atraÃdos de nuevo.
"Fue entonces cuando empezó nuestro romance viajero", dice Tom.
Durante el dÃa, Anna y Tom exploraban juntos. Por la noche, charlaban sobre sus vidas hasta el momento y sus futuros planes de viaje. Cuando se disponÃan a pasar a la siguiente parada de su itinerario común, Tom tuvo una idea espontánea y alocada.
En Vietnam, su relación habÃa sido divertida y espontánea. En Tailandia, seguÃa siendo emocionante, pero los sentimientos se habÃan intensificado.
De repente, lo que estaba en juego era más importante. Anna estaba a punto de terminar su viaje. Ella y Tom no sabÃan si volverÃan a verse. Y estaban cada vez más unidos.
Se suponÃa que Tom se dirigÃa a Australia. Pero empezó a gestarse un plan: ¿podrÃa venir a Filipinas por un tiempo?
A Anna le entusiasmaba la idea, pero no estaba convencida de que fuera a suceder.
"He viajado lo suficiente para saber que no siempre sale bien, los planes cambian todo el tiempo", dice. Pero al cabo de unas semanas, Anna le estaba enseñando a Tom su paÃs natal.
A Anna se le ocurrió que Tom podrÃa estar un poco abrumado, pero cuando lo miró, estaba sonriendo de oreja a oreja, disfrutando plenamente del momento.
"Fue muy bonito, porque pude llevarlo por Filipinas y enseñarle el paÃs, pero mostrándole un lado diferente que otros viajeros no pueden experimentar. Como era de aquÃ, pude hablar con la gente del lugar. Y vivimos experiencias increÃbles", dice Anna.
Anna y Tom recuerdan uno de sus primeros viajes a una zona de arena aislada de la isla de Palawan.
"Cuando llegamos, estábamos caminando por la playa. No habÃa nada. Una playa preciosa, pero no habÃa hotel ni lugar donde alojarse, y era casi de noche", dice Anna.
Anna empezó a hablar con la única persona que habÃa a la vista, un pescador, que acabó invitándolos a quedarse en su casa.
"Nos llevó literalmente a una cabaña diminuta frente a una playa preciosa. Era increÃble", recuerda Anna. "Tuvimos muchas experiencias increÃbles en Filipinas. Y estoy muy contenta de haber podido compartir esa parte de mi cultura con Tom desde el principio".
"Me encantó", dice Tom. "Ver la cultura filipina, me encantó enseguida".
Anna retomó su trabajo como profesora, pero Tom no daba señales de querer irse de Manila. Se quedó con Anna en su departamento y todos los fines de semana salÃan de aventura. La pareja se estableció una rutina, casi sin darse cuenta.
Al principio, los padres de Anna no estaban seguros de la situación, confundidos por el ritmo aparentemente rápido de la relación entre Anna y Tom. Se acababan de conocer, ¿y ya vivÃan juntos?
En cuanto a Tom y Anna, sentÃan como si se conocieran desde hacÃa años: habÃan pasado tanto tiempo juntos en la carretera y habÃan tenido tantas experiencias de unión que vivir juntos les parecÃa totalmente normal.
Pero Tom comprendió las dudas de los padres de Anna y decidió invitarlos a cenar: querÃa conocerlos bien y dejarles claro lo mucho que querÃa a Anna.
"Nos habÃamos enamorado durante los seis meses que estuvimos en Filipinas y no querÃa irme sin ella", dice Tom. "Asà que tenÃamos que encontrar algo para seguir adelante".
La pareja se pasaba las tardes buscando formas de financiar sus viajes. Entonces, por casualidad, Anna se topó con un artÃculo en Internet sobre un viajero que habÃa ganado US$ 5.000 con un blog.
"Aún estás definiendo los papeles", dice Anna. "Tanto en el negocio como en la relación. Todo mientras intentas vivir nuevas experiencias, intentando encontrar el próximo lugar al que mudarnos".
Pero la pareja estaba comprometida, tanto entre ellos como con su nuevo negocio.
Hoy en dÃa, Tom y Anna siguen en la carretera, y han viajado juntos a 50 paÃses y contando. Han disfrutado de experiencias que van desde escalar el Machu Picchu hasta llegar al campamento base del Everest o conducir una casa rodante por las carreteras nevadas de Islandia.
Adventure in You sigue funcionando, pero Anna y Tom dicen que ya no son las caras del blog. La pareja decidió en algún momento que no querÃan ser influencers en las redes sociales.
Siguen apareciendo en el sitio con regularidad y Anna relata sus viajes en su Instagram, pero no tienen ninguna presión para compartirlos.
"Cambiamos y creamos un sitio afiliado y empezamos a formar un equipo que nos permitiera crecer sin nosotros", dice Tom. "Y entonces pudimos tener nuestra relación como solo nuestra relación".
Anna y Tom han vivido de maletas y mochilas durante los últimos nueve años, pero más recientemente han estado considerando echar raÃces en algún lugar y tal vez quedarse un poco más.
Pero aunque se establezcan en un lugar, Anna y Tom creen que siempre planearán futuros viajes juntos. Les encanta vivir aventuras codo a codo.
"A veces estamos en medio de la nada, y yo estoy escalando el Machu Picchu en Perú, y estoy haciendo una excursión de cinco dÃas. Y pienso: '¿Cómo puede ser esta mi vida? Estoy muy, muy agradecida por tener a alguien con quien compartirla", dice Anna. "Siempre tenemos esta experiencia colectiva de hacer cosas juntos. Y eso, para nosotros, es la piedra angular de nuestra relación".
"Probablemente habrÃa seguido trabajando como profesora y me habrÃa mudado a diferentes lugares y habrÃa trabajado como profesora allÃ", dice. "Pero no habrÃa soñado con hacer esta vida".
"Ni siquiera sabÃa que era posible", coincide Tom. "Mi plan era viajar entre un año y 18 meses, y luego volver a casa y conseguir un trabajo en ingenierÃa. Estoy muy contento y agradecido de habernos conocido, y creo que tuve mucha suerte de conocer a Anna".
Aquel dÃa en las dunas de Mui Ne cambió el rumbo de sus vidas.
"Que un desconocido y yo sintonizáramos tan bien fue genial", dice Anna.
"Soy una persona bastante lógica y muy cientÃfica, y no dirÃa necesariamente que creo en el destino. Pero tengo que creer en el destino porque lo que nos pasó es una locura", dice Tom.